
Se trata de Breath, de Samuel Beckett. Es la obra de teatro más corta que conozco. Está a caballo entre el teatro, el montaje teatral y el performance. Seguramente en el teatro contemporáneo hay muchas piezas de este tipo, pero lo que hace particular a ésta es la pluma que la firma: un premio Nobel de Literatura.
Si se siguiera al pie de la letra el guión escrito por Beckett, la obra duraría menos de 40 segundos. La adaptación que encontré dura poco más de un minuto, lo que puede hacer de ella la obra de teatro más corta del mundo (a expensas de descubrir en un futuro lo contrario).
Su particular duración no atenta contra la densidad de su contenido. Trae el sello de casa del autor. Es una obra críptica, sugerente, enigmática, oscura, silenciosa, enormemente misteriosa. De ella solo se pueden extraer interpretaciones, porque ni siquiera un argumento como tal, un mínimo sentido de historia.
Encontré una especie de transcripción de la puesta en escena. Es curioso que se note, en tan corto espacio, ese estilo lacónico y desnudo de Beckett:
1. Luz tenue en el escenario lleno de basura variada. Se mantiene durante unos cinco segundos. 2. Grito breve y débil y respiración inmediata con un aumento lento de luz, alcanzando el máximo todo en unos diez segundos. Silencio y espera de unos cinco segundos. 3. Expiración y disminución lenta de la luz alcanzando el mínimo las dos (luz como en I) durante unos diez segundos, e inmediatamente un llanto. Silencio. Mantener el pulso durante unos cinco segundos. Basura. Sin verticales, todo disperso y tirado. Llanto. Importante que los dos llantos sean idénticos, mientras se enciende y apaga la luz, con una respiración de fondo, todo estrictamente sincronizado. Respiración. Grabación amplificada. Luz máxima. No brillante. Si 0 = oscuro y 10 = brillante, la luz debe moverse de aproximadamente de 3 a 6 y viceversa.
Y aquí, una adaptación en video: